Con propósito.

NOTA DEL ADMINISTRADOR-EDITOR DEL BLOG

Imagen de la cabecera: Fragmento del cuadro de Mariano Carabias: "Mi madre" (retrato de nuestra madre. AQUÍ podéis verlo en su blog)

Este blog nace enlazado al resto de mis blogs, pero quiere ser el espacio donde se ordene todo lo referente a este poemario. Iré subiendo, a medida que se produzcan y conozca, las reseñas o noticias que se generen a su alrededor. Por tanto, como es obvio, su recorrido es corto; pero no me importa.
Si alguien lee el poemario y me remite su comentario de lectura del mismo, lo subiré al blog tal cual, como una entrada más. Y esto con independencia de que tenga o no su propio blog. De algún modo pretendo que sea la página del lector.
Ya sé que es una pretensión muy elevada por mi parte, pero por soñar que no quede.
Gracias de antemano.

lunes, 25 de febrero de 2013

Francisco Cobacho en Facebook


Francisco Cobacho, poeta con quien he compartido buenos ratos en FB y que también participa en las antologías Arando Versos y Cosecha de invierno ha publicado en FB el siguiente comentario, que ahora permite que suba a este blog.
Muchas gracias por tus palabras, Francisco, son un placer y un honor.

QUIZÁ UN MARTES DE OTOÑO

Hundí mis ganas de leer en sus versos y no cejé hasta beberlos, verso a verso, como el agua que, siendo pura y sin ningunas sales que le sobren, puede afectarnos por no estar acostumbrados a ingerir líquidos de tan alta bondad.
La poesía de Amando, es descarnada, absoluta, tremenda, desgarrada; incluso hiriente, si no nos remansamos en cada una de sus estrofas y medimos bien la intensidad de emociones que su lectura nos puede encender.
El poeta Amando, en muchos momentos y en partes importantes de su poemario, utiliza palabras colmadas de desasosiego: ataúd, pesadillas, ausencias, gritos, muerte. Y cuando nombra el mar, no lo hace como elemento liberador, sino cual líquido oscuro que nos puede arrastrar y absorber.
Su poesía me obliga, en cada palabra, en cada verso.., a reflexionar sobre lo que somos, de dónde venimos y hacia qué lugar nos dirigimos. El poeta, en multitud de ocasiones, se convierte a lo largo y ancho de sus exclamaciones, en un filósofo, preocupado por el destino en la tierra de sus congéneres, los hombres.
Los poemas contenidos en "Quizá un martes de otoño", son tremendos; en algunas ocasiones, se trata de versos torturados, desgarrados y al tiempo los son también de denuncia, de repulsa hacia lo indigno. La inquietud de sus versos es un baladro de dolor.
En los versos de Amando, también hay amor, un amor muchas de las veces, oculto entre las brumas; otras veces, es un amor doloroso. Y sobre todo, la poesía de Amando, está impregnada de una cierta esperanza que aparece después de leerle y relajarse con el regusto de haber tenido la gran suerte de encontrarse con este magnífico libro: "Quizá un martes de otoño".
Enhorabuena. Un abrazo.
F. Cobacho/ 21-02-2013

viernes, 22 de febrero de 2013

Desde Sevilla

El pasado Jueves, Sofía Serra Giráldez publicó una entrada con el anuncio de la recepción del poemario.
Se trata de una anécdota sobre el viaje del libro que ha tenido un final feliz. Aquí os dejo la entrada de Sofía:

regala amando

Ha sido un libro completamente emancipado e independiente, ha vivido su vida una vez que salió de las manos amorosas de su padre hasta llegar a las mías, ¡casi un mes ha tardado el trotamundos! Se conoce la península mejor que yo misma. Pero al fin llegó, y con él la poesía de Amando, de Amando Carabias. Y su dedicatoria tan personal, que para mí no es cualquier cosa: "[...] más allá del modo de decir, más en lo profundo, la poesía es emoción y es sinceridad".
Muchas gracias por tan plenos regalos, Amando.




domingo, 17 de febrero de 2013

Comentario de Isabel Martínez Barquero en su blog "El cobijo de una desalmada"

Isabel Martínez Barquero en su blog "El Cobijo de una desalmada" publicó esta reseña-comentario. 
Puedo anticipar, aquí, que la presentación valenciana de su libro "Linaje oscuro", (por cierto, colección de relatos altamente recomendable), fue todo un éxito.
Isabel estuvo acompañada por buenos amigos y muchos lectores.
Así pues enhorabuena.


HOY ES MARTES

Hoy es martes, un martes donde el viento continúa con su azote inmisericorde. Pero como casi nunca existe una negrura completa en el Sur en materia meteorológica, resulta un agasajo para el ánimo el dulce y tibio sol de febrero, un sol que expande azules candorosos moteados de un blanco deslucido. Contemplo la nitidez del día a través de las ventanas, a salvo de la intemperie que despeina los buenos propósitos que me formulo para los días venideros. Como siempre, me pierdo en las palabras y los minutos se evaporan sin sentir. Pienso en el próximo jueves, día 14 de febrero, un día hermoso sin duda para concluir la gira de presentaciones de mi libro de relatos «Linaje oscuro». Tendré la inmensa satisfacción de acudir a Valencia y allí, acompañada de la escritora y amiga Isabel Barceló Chico, juntarme con los amigos que puedan y quieran acercarse al BiblioCafé. 


Invitación a la presentación de Valencia que ha efectuado Isabel Barceló sobre la portada del libro.


    Como es habitual cuando estoy en vísperas de una presentación, doy vueltas a lo qué diré, a los relatos que leeré, a... Intento anticiparme, pero es inútil, lo tengo comprobado, pues al final en cada sitio surgen las palabras adecuadas a la atmósfera que entre todos los asistentes construimos. En todos los lugares que he estado con este linaje viajero, lo he pasado muy bien, he aprendido y se me ha hecho corto el tiempo. Lo malo son los días previos, cuando los nervios consiguen que me asemeje a un rabo de lagartija y todas las aprensiones me cercan como sombras llenas de amenazas. Ya con la experiencia que he atesorado en estos tres últimos meses en Murcia, en Barcelona, en Albacete y en Madrid, aspiro a que no me embargue la zozobra previa, la que ahora mismo siento ahí, en el fondo de mi ser como un hueco que quisiera engullirme. Son inútiles los consuelos que me doy en un desdoblamiento teatral y sólo me alivia la sospecha de que saldrá todo de maravilla, como en las otras ocasiones. A esta sensación ambivalente es a la que deben referirse los actores cuando hablan de miedo escénico.


Hoy es martes, quizá un martes de invierno, me repito –cómplice– tras concluir la lectura del magnífico libro de poemas «Quizá un martes de otoño», de Amando Carabias María. Aunque quizá –como indica el amigo poeta– «hoy voy a llegar tarde a mi cita con la vida», no me retrasaré el jueves

«para entrar en el mundo sin lamentos,

para subir a escena convencido
de no ser adjetivo prescindible.»
    Hoy es martes 
«Y el paso de la muerte
conoce su derrota»
...
«pues todavía es tiempo de la siembra,
y aún nos resta afán para las manos
y que le broten pétalos al labio»
Hoy es martes y de aquí al jueves me alterarán las aprensiones interiores
«porque después de siglos o milenios,
no existen palabras contra el desasosiego»
Hoy es martes, un martes de invierno donde me he perdido y hallado en los versos de Amando, un martes que también anticipa el gozo de lo que ocurrirá el jueves en Valencia.

martes, 12 de febrero de 2013

Reseña de Anabel Consejo Pano en La Esfera Cultural


(crítica publicada en el blog de La Esfera Cultural el día 8 de febrero de 2013)
Junto a Anabel Consejo en Zaragoza, octubre de 2011. Foto
Pilar Aguarón
En este viernes de febrero en el que por fin el viento me da un respiro, me apetece hablar de las cosas que me gustan. Hablar de Amando Carabias María como persona es sencillo, es la bonhomía personificada. Hablar de su obra tampoco es difícil, al menos para mí, como tampoco resulta difícil disfrutarla. Y disfrutar un libro que es un canto al desasosiego puede parecer una contradicción, pero no lo es.
Quizá un martes de otoño es el desasosiego, la incertidumbre, el sinvivir continuo desde la primera hora del alba hasta bien entrada la noche. Es un libro circular —su título es el último verso del poemario— porque los días son una sucesión incesante de 24 horas, ciclos pequeños que se repiten como un rosario de ayes, que empieza uno cuando acaba el otro. Es el tener el corazón en un puño esperando que la enfermedad no avance, que el dolor no crezca, que los esfuerzos sean fructíferos, que la medicación haga efecto… Es la contradicción de ver cómo alguien sufre y no querer que se vaya; es el deseo de intentar devolverle a una madre algo de la vida que ella nos insufló. La agonía lenta, repetitiva acrecentada por la certeza de que no puede haber un final feliz. Para Amando, su vía crucis particular también tiene estaciones: las horas del día. Cada hora tiene su oración, su poema. El automatismo del dolor no resta gravedad a la situación, pero crea un devenir esperado de los acontecimientos y nos instala en la inercia, en la poco sorprendente rutina. A la vez, esta rutina particular, se ha de conjugar con la propia rutina personal: trabajar, comer, dormir, ver el fútbol, asquearse con la situación actual, amar, respirar… Puede ser que la mezcla de las dos rutinas ayude a ir superando el ciclo diario de la preocupación, pero Amando tiene otras armas con las que enfrentarse al cotidiano dolor: el amor, la fe y la poesía. Ya en Versos como Carne Amando vencía la injusticia con las mismas armas y, en este poemario, repite el trío invencible. En medio del dolor y la desesperanza la belleza resplandece: la belleza del amor —de pareja o maternal—, la belleza de la fe en Dios —Amor con mayúsculas— y la belleza de la poesía —cómo no, otro gran amor—. Amor, al fin y al cabo. Porque hasta cuando Amando nos habla de su pasión por el fútbol —pasión apaciguada por las circunstancias— nos habla de entrega, del esfuerzo de unos jugadores por un fin común; nos habla de la necesidad de hacerle ver a su madre que él no está preocupado pues sigue disfrutando de un partido. Qué sería del amor si no hubiera sacrificio, un sacrificio altruista, que sale de dentro sin esperar nada a cambio. El amor es el bálsamo que nos restablece cuando la noche amenaza con la temida posibilidad de que el teléfono brame y sólo los hombros de la amada alivian y alimentan las ganas de seguir respirando; o la fe en un ser supremo que nos apoya en esta vida y nos aguarda en la otra es la creencia que nos proporciona las fuerzas necesarias para volver a empezar un nuevo día con su vieja rutina.
En cuanto al aspecto formal del libro sólo puedo decir que Amando sigue manteniendo una pulcritud deliciosa a la hora de maquetar sus obras. El esmero volcado en estas páginas se transmite al tocarlo y, por supuesto, al leerlo. Y si nos adentramos en la belleza formal de su poemas y de sus prosas poéticas sería reiterarnos una vez más en la exquisitez con al que Amando pare sus textos. Si se me permite, me gustaría señalar que me ha parecido ver a un Amando un poco más libre hacia el final del libro y conforme se adentraba en la noche, tal vez el “cansancio” dote al poeta de una perspectiva diferente que yo he saboreado. No por ello reniega de los sonetos como el fantástico [21:31] del que no me resisto a copiar el último terceto:
Sólo siento el frenético aleteo
del pánico durante el abordaje.
Ya he sido encadenado y soy su reo.
Únicamente me queda dar la enhorabuena a Amando por esta desasosegante y, a la vez, redentora obra. También he de dar la enhorabuena y agradecer a la editorial Urania que haya apostado por Amando Carabias María.

domingo, 10 de febrero de 2013

Poema-comentario Amando García Nuño

Lleva unos días descansando en la bandeja de mi correo electrónico, y cada vez que lo leo me estremece por la fuerza de la amistad, y por la lectura que hace del libro.
Como dice el autor (Amando García Nuño -AQUÍ SU BLOG-) se trata de un regalo, y como tal lo recibí, y como tal lo conservo; pero al mismo tiempo me resisto a no compartirlo con todos vosotros.
Conocí a Amando en Segovia, durante la celebración del III Día Internacional de la Poesía, para el que había sido seleccionado. El hecho de ser tocayos provocó el acercamiento, pues nuestro nombre digamos que no es el más común de los nombres propios. De inmediato, sin que haya una explicación lógica para ello, conectamos y nació una relación amistosa que a lo largo de estos meses va fraguando cada día un poco más.
De esta forma tan poética, Amando García Nuño ha comentado el modo en que Quizá un martes de otoño  le ha llegado al corazón.


HORAS DE UN TIEMPO AUSENTE
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                              Para Amando Carabias,
                  que compartió esas horas de un martes de otoño



Horas de susurrar frente al desasosiego,
de páramos insomnes
donde acosan tus ojos los prospectos,
horas de cena y ritos cotidianos
frente al canal nueve, horas
donde el verso se enquista, y no hay quijotes
lanceando futuros al olvido,

horas de llanto en ristre, y de supermercados,
horas de fríos aliñados
entre la soledades del gentío,
de esa muerte apenas esquivada
en pasillos de yodo,
horas donde alcanzar la playa y liberarte,

horas para la molienda de los sueños
que desgarra un teléfono sonando,


                …horas de timbres intermitentes, mejor no preguntarse, semblantes confundidos, horas sin hora entre los segunderos, horas de trámites al oeste de la rutina, horas de selva y terremotos sacudiendo las pantallas hacia tus ojos sorprendidos, mejor no preguntarse, horas de interruptores en on, y restos de almanaque encestados sobre las papeleras del pasado, horas de hora-dar, de dar quizá, de dar ahora, horas de estrellas escondidas y latidos huyendo por las venas, mejor no peguntarse, de trajes como armaduras y cuerpos fusionados bajo aromas de café, mejor no preguntarse, el otoño construye la memoria, y la melancolía, horas hacia atrás,  mejor no preguntarse,


horas donde apenas importa
la lectura correcta del azogue,
horas donde el día aún busca costuras
en labios sin presente,
y la huella de otra carne entre tu carne
exilia aquel pavor de pesadillas,

horas errantes
entre un clamor de tiempos desandados,
horas con hatillo, peregrinas
hacia brotes de cualquier pánico en flor
por las enredaderas, horas, acaso,
para un día inverso  
viajando de la angustia a la placenta,

horas para esa madre, pez perplejo
con su tenue sonrisa asombrada
bajo remotas aguas, horas vagando
indigentes, del sueño a la oficina,
horas donde buscarse, quizá, y no encontrar
sino el eco de un grito frente al hambre,                 ,
y estos versos contra el desasosiego
de otro tiempo, ausente en los relojes.

                         ________________________
                         
                                                            Riaza*, tres de febrero 2013
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* Para quien no lo sepa por razones de distancia geográfica, Riaza es un hermosísimo pueblo  del nordeste de la Provincia de Segovia. Allí, Amando García Nuño disfruta de muchos fines de semana.

lunes, 4 de febrero de 2013

No hay santo sin octava

(Publicado también en Pavesas y cenizas)

Hoy hará una semana que Quizá un martes de otoño fue presentado en el café literario Libertad 8 de Madrid.
Sin embargo hasta estos momentos he permanecido en silencio, no porque las cosas fueran mal o regular allí —más bien sucedió lo contrario—, sino porque quien de algún modo protagoniza el poemario, aunque esté oculta en la sombra y sea referencia de los versos, volvió a sufrir en su organismo otro martes terrible, no el de otoño que da título al libro, sino en pleno invierno.
Pero por suerte, y a pesar de estos días tan difíciles, la amistad toma el mando de las operaciones.
Fer es alguien muy especial para mí. Nada tiene que ver con el mundo de la poesía, pero tuvo el ánimo de presentarse en el café. No sólo él, sino su gran compañera, su cámara fotográfica, con la que plasma pedazos de su vida. Parte de estos instantes poco a poco, los va subiendo al blog que lleva: FdeGustín. Momentos fotográficos.
Aquí os dejo el enlace a la entrada que se ha convertido en un reportaje sobre aquella tarde que fue hermosa, muy hermosa, a pesar de que el filo de la navaja ya se abría siniestro. Y que tiene el valor añadido (al menos a mi modo de ver) de tratarse de la mirada ajena al mundillo poético. Es decir una mirada diferente de otras que puedan haberse producido, o se produzcan.
Aquí dejo también una de las fotografías de su reportaje: 

Un aspecto general de la sala con parte
de los asistentes al acto.